martes, 23 de octubre de 2012

Los libros por encima de todo


Guadalajara, la biblioteca que resiste

Frente a la creciente pobreza de recursos, los socios contribuyen a mantener en pie la principal institución cultural de la ciudad con un sinfín de iniciativas


Patio central de la biblioteca pública de Guadalajara. De pie, Josean Pérez, Blanca Calvo (directora), Aurora López y Pilar Martínez. Sentados, Emma Jaraba, Mercedes Garulo y Antonio Durán. / ÁLVARO GARCÍA

Si usted no cree en ningún dios, tal vez pueda creer en la biblioteca pública de Guadalajara. Casi el 40% de la población de allí lo hace. En este país de mediocres índices de lectura la estadística (31.650 usuarios, 84.453 habitantes) surge como un bofetón para descreídos. Los más acuden a buscar lectura, pero el edificio es un cosmos donde ocurren miles de cosas: alguien toca Satieal piano en el patio central, un club de lectura disecciona a Jonathan Franzen, alumnos rezagados hacen deberes supervisados por voluntarios, medio centenar de familias pasan una noche al año pertrechados con sacos mientras escuchan cuentos de boca del mismísimo Peter Pan.
Si ahora, por alguna razón, usted tampoco cree en el Gobierno, tal vez puede aferrarse más que nunca a la biblioteca pública de Guadalajara. Tras ser vapuleada por recortes presupuestarios sucesivos e inclementes, son sus usuarios quienes están cubriendo con dinero, tiempo y energía los rotos causados por la falta de euros. Un milagro de solidaridad, una sobredosis de buen rollo, una lección para encarar días innobles, una evidencia de que la cultura no es un capricho. También una encrucijada para la directora de esta biblioteca estatal, Blanca Calvo. “Es emocionante comprobar que nada más enviar un correo pidiendo voluntarios nos contesten inmediatamente un montón de usuarios, pero también es un dilema moral y profesional porque son ellos los que están cubriendo necesidades que debería atender el Estado”, lamenta.
Los lectores han pagado suscripciones a 62 publicaciones (antes de la crisis se recibían más de 200) y han comprado decenas de novedades editoriales para cubrir el socavón presupuestario. En 2007, último año feliz, disponían de 150.000 euros para adquirir material. Este año no han alcanzado ni un tercio de aquello (46.000 euros) y para 2013 no se prevé nada. La trituradora del déficit es ahora la polilla de los libros. Y es el altruismo el único mecenas de las actividades culturales, que en el pasado disponían de 20.000 euros de fondos públicos.
“Dejamos de contratar a narradores profesionales y aunque logramos que hubiera voluntarios, no es lo mismo. Está bien si esto es solo puntual, pero nosotros pagamos nuestros impuestos para tener estas actividades”, protesta Concha Carlavilla García, que coordinó durante seis años esas iniciativas singulares hasta que, en agosto, fue despedida por la Fundación de Cultura y Deporte de Castilla-La Mancha de la que dependía. Concha Carlavilla encarna el espíritu de esta biblioteca como nadie: renunció a su plaza fija de bibliotecaria en un pueblo para trabajar en la de Guadalajara y, pese al despido, prosigue colaborando como voluntaria. “He venido de niña y ahora vienen mis hijas, esta biblioteca es como un organismo con vida propia y yo quiero seguir participando en ella, aportando mi granito, para que esto siga como siempre desde hace 30 años”, cuenta con vehemencia mientras sujeta en una mano un ejemplar de Al este del Edén sobre el que debatirán en su club de lectura, uno de los 30 que funcionan en la biblioteca y en los que participan 500 adultos y 150 niños. Sus últimas palabras son reivindicativas: “En un momento de crisis hay que invertir más que nunca en bibliotecas. La gente no tiene dinero para comprar libros pero sigue necesitando acceder a la cultura y a la información. O es que, además de echarnos del trabajo, ¿tampoco vamos a tener derecho a la cultura y a la información?”.
Mientras habla en un rellano de la primera planta, la gente va y viene, se detiene a conversar con conocidos. En este palacio del siglo XVI predomina un bullicio de parque en sesión de domingo, aunque hay salas marcadas por el silencio. Se ven niñas con velo, jubilados con tiempo, adolescentes absorbidos ante el ordenador, lectores con ansia que ya en el zaguán de entrada se asoman a una larga mesa con títulos de Pynchon, Aramburu, McEwan, Rabelais, Perec o Mankell bajo un cartel que sugiere: “Llévame, me acaban de devolver y gusto mucho”. Es sin duda el espacio que encarna a la perfección lo que Italo Calvino escribió: “Leer es ir al encuentro de algo que está a punto de ser y aún nadie sabe qué sera...”. El palacio de Dávalos es el punto de encuentro con lo predecible y lo impredecible, con la concentración de la lectura y la explosión del entusiasta. Después de 31 años al frente de este centro, Blanca Calvo ha materializado su idea: “Una biblioteca es una plaza pública a cubierto donde todo es posible”.
Imaginación y poesía. En 2004, cuando la institución se trasladó del palacio del Infantado hasta el de Dávalos, medio millar de personas formaron una cadena humana para pasar de mano en mano los últimos 1.001 libros. Algo que no cuesta nada y une mucho. “Yo la comparo con una familia que, además, aglutina grupos muy poco homogéneos”, plantea Josean Pérez, un psiquiatra que coordina un taller de escritura al que acuden panaderos, profesores, cocineros, sociólogos o empleados de banca, y que alumbró un colectivo poético, Cyrano, que incluso ha tenido su noche de gloria en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

Una utopía en cifras

  • La biblioteca pública de Guadalajara se creó en 1837, tras la desamortización de Mendizábal. Se abre al público cuatro años después.
  • Tras un período de decadencia (carecía luz eléctrica y apenas era accesible), en 1938, se crea un servicio de préstamos especial para combatientes y heridos hospitalizados debido a la Guerra Civil.
  • Tras sucesivos cambios, se trasladó al palacio de Dávalos, rehabilitado por el arquitecto Francisco Fernández Longoria, en 2004.
  • Pertenece a la red de bibliotecas públicas del Estado, integrada por 52 centros.
  • Tiene 5.800 metros cuadrados y 200.000 volúmenes.
  • La crisis ha reducido la plantilla de 44 a 30 empleados.
Josean charla sentado bajo los poemas visuales de una exposición organizada por él —su pieza es una fotografía con el logotipo de Dragados adulterado: “Drogados”, una ironía a los chutes de ladrillo—. Ante él pasa apresurado un hombre empujando un carrito infantil. También los bebés tienen su sitio: las pequetecas. “Esta es como la casa de todos. Y la culpa la tiene Blanca, que te pide algo y no puedes decir que no aunque sea lo más extraño. ¿O no es una macarrada poner a unos bebés en colchonetas a tocar libros de felpa?”, proclama Josean Pérez.
Hace 31 años, la biblioteca era una ventanilla oscura que intimidaba a los usuarios. Blanca Calvo rompió las barreras físicas —permitió el acceso directo a libros, periódicos y otros materiales— y psicológicas. “La gente sabe que es suya y que nosotros estamos a su servicio. Las bibliotecas tienen futuro como lugar de encuentro. A lo mejor en unos años puedes descargarte el libro desde tu ordenador, pero necesitas venir para encontrarte con gente”, reflexiona la directora.
Todos pululan por el palacio de Dávalos como si fuera su casa. “Soy socia de la biblioteca desde que recuerdo”, detalla Emma Jaraba, redactora-jefa de la edición de fin de semana del diario Nueva Alcarria, fundado en 1939 y fundido en la burbuja inmobiliaria. Jaraba, ahora en paro, es una de las seis participantes de un club de lectura en inglés que ha costeado una suscripción anual a la revista Speak Up. “Hubo un gran debate porque algunos entendían que estábamos cubriendo las carencias que deberían atender las administraciones. Yo entiendo que va a ser puntual”, defiende.
No ha sido la única en dar un paso al frente. Cuando la biblioteca lanzó su mensaje de auxilio para comprar libros este año respondieron, entre otros, el diseñador gráfico Antonio Durán, con 12 años de socio, que se fue a una librería a comprar novedades infantiles. “Pensé que había que tener una actitud positiva, no solo chillar y protestar”, explica. Mercedes Garulo, profesora de francés jubilada, donó todos sus libros didácticos y decenas de novelas para clubes de lectura. “Pocos sitios funcionan tan bien como este”, afirma. Pilar Martínez, desempleada desde hace un año, se lió la manta a la cabeza y asumió la coordinación de un pequeclub, para niños de 3 a 5 años, por la gratitud con la que recordaba la felicidad de su hija cada vez que acudía a uno de ellos. Casi todos los voluntarios sienten que devuelven algo de lo mucho que han recibido, lo que es un homenaje a empleados y servicios públicos en tiempos en los que son retratados con trazo grosero. Pero, ojo, Blanca Calvo advierte que “para que haya voluntarios tiene que haber una estructura profesional muy fuerte”. Los voluntarios no son recambio de bibliotecarios. En estos tiempos de transición de lo físico a lo virtual siguen siendo lo que eran para los sumerios: ordenadores del universo.

Fuente: Elpaís.com

jueves, 11 de octubre de 2012

Medalla de Bellas Artes para el Gabo


Gabriel García Márquez 


recibirá Medalla de Bellas Artes



Gabriel García Márquez recibirá la Medalla en el marco del Seminario Nuevas rutas para el periodismo cultural. ARCHIVO





CIUDAD DE MÉXICO (02/OCT/2012).- En conmemoración de los 30 años de haber recibido el Premio Nobel de Literatura, el escritor colombiano Gabriel García Márquez recibirá la Medalla de Bellas Artes en el marco del Seminario "Nuevas rutas para el periodismo cultural. Encuentro nuevos cronistas de Indias 2", a realizarse aquí del 10 al 12 de octubre.
 
Así lo anunció la presidenta del Consejo Naciona lpara la Cultura y las Artes (Conaculta), Consuelo Sáizar, en la conferencia de prensa en la que dio a conocer el programa de actividades del encuentro, que la institución organiza junto con la Fundación "Gabriel García Márquez" para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), que dirige Jaime Abello, quien estuvo presente en el acto. 

 
La funcionaria mexicana destacó además que como parte de las actividades, a las que asistirán destacados exponentes de diferentes países del orbe, se realizará un homenaje al intelectual, escritor y periodista mexicano Carlos Monsiváis.

Detalló que lo anterior sucederá en la jornada de inauguración de las actividades, a través de una mesa de discusión sobre la personalidad e influencia en la crónica latinoamericana del autor de libros como "Días de guardar".


Tras informar que las jornadas de trabajo se realizarán en el Museo Nacional de Antropología, Sáizar añadió que el último día de actividades, el viernes 12 de octubre, se abordará la labor como cronista de García Márquez
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Fuente: elinformador.com.mx

martes, 9 de octubre de 2012

La Historia de Nanie Guanlao


El hombre que convirtió su casa en una biblioteca

Biblioteca de Guanlao en Manila
Aunque no hay reglas para tomar o devolver los libros, la biblioteca cuenta cada vez con más ejemplares.
Si toma todos sus libros y los saca a la calle, probablemente esperará que desaparezcan rápidamente. Pero un hombre en Manila, Filipinas, lo intentó y comprobó que su colección creció.
A sus 60 años, Hernando Guanlao es un hombre enérgico con una clara pasión: los libros.
Conocido por su mote, Nanie, Guanlao ha montado una biblioteca informal afuera de su casa en el centro de Manila para promover la lectura y compartir su pasión con los vecinos.Son su orgullo y su alegría y, le guste o no, poco a poco se están haciendo con su casa.
La idea es simple. Los lectores pueden tomar tantos libros como quieran y por el tiempo que deseen e incluso quedárselos para siempre. "La única regla es que no hay reglas", afirma Guanlao.
Pero, al contrario de lo que podrían pensar, en los 12 años que lleva al frente de este club de libros, como él lo llama, su colección ha ido creciendo gracias a las donaciones de la gente.

"Los libros me hablan"


Hernando Guanlao
 Guanlao comenzó el proyecto en el año 2000 cuando sus padres murieron.
"Parece que los libros me hablan. Por eso se multiplican", dice con una sonrisa. "Los libros me cuentan que quieren que los lean ... quieren ir pasando de unos a otros".
Guanlao comenzó su biblioteca en el año 2000 poco después de que murieran sus padres. Estaba buscando algo para honrar su memoria y se le vino a la mente la idea de promover el hábito de la lectura que heredó de ellos.
"Vi mis viejos libros de texto en la parte de arriba de la casa y decidí ponerlos a disposición de la gente para que los usara", explica.

Alfabetización en Filipinas


  • Filipinas tiene una de las más altas tasas de alfabetización del mundo en vías de desarrollo.
  • Aproximadamente el 93% de la población de 10 años o más sabe leer y escribir.
Fuente: Departamento de Estado de EE.UU.
Por eso, sacó su colección de menos de 100 libros y la puso en la entrada de su casa para ver si alguien los quería tomar prestados y así nació la biblioteca.
Y tal fue el éxito de la iniciativa que, según confiesa, ahora no tiene idea de cuántos libros tiene. No obstante hay fácilmente entre 2.000 y 3.000 en las estanterías y en las cajas amontonadas en la puerta de su hogar.
Los textos también invaden hasta el último rincón de su vivienda y es prácticamente imposible entrar en la sala de estar. Hace mucho que Guanlao no saca su auto del garaje y hay libros apilados hasta en las escaleras.
Pese a que no está anunciada en ningún lugar, cada día llega a la biblioteca de Guanlao una hilera de gente diversa, como unos comerciantes que pasaron por allí a la hora del almuerzo, un hombre del barrio y un grupo de escolares que se llevaron libros de texto y algunas revistas de moda.
Sin embargo, es gente como Celine, que vive en la misma calle que Guanlao, la que mantiene la biblioteca. Celine llegó con dos bolsas repletas de libros: algunos para devolver y otros para donar.
Según explica, hasta que existió esta iniciativa sólo había estado en la biblioteca nacional de Manila, donde no se pueden tomar prestados libros.
Por eso, cree que este proyecto puede servir para acercar los libros a los filipinos, a los que no siempre les es fácil acceder a ellos.
En Filipinas, comprar un libro cuesta 300 pesos (US$7), mientras que los importados, como los libros infantiles, pueden costar el doble.
"Teniendo en cuenta los ingresos de una familia media, creo que los padres tienen otras prioridades", indica Celine.

Biblioteca móvil 

Pese a que no está anunciada en ningún lugar, siempre hay gente en la biblioteca de Guanlao.

Nanie Guanlao tiene un as bajo la manga para acercarse a las comunidades pobres de Manila: su biblioteca móvil, es decir su bicicleta con una cesta que carga de libros además, ha puesto su mirada más allá de la capital. 

Por el momento, Guanlao ya ha dado varias cajas de libros a un hombre que quiere poner en marcha una iniciativa similar en la provincia de Bicol, a 10 horas en auto de Manila.
Y ya está pensando en ayudar a una amiga que quiere montar un "barco biblioteca" que visitará dos islas del sur del país.Nanie Guanlao, que dejó su trabajo por este proyecto y vive de sus ahorros, cree que el esfuerzo merece la pena.
"No le haría justicia a estos libros si los meto en un cajón o en una caja. Un libro tiene vida propia, un mensaje. Tiene que ser leído y releído", suele decir. "Como bibliotecario, me siento un hombre realizado".
Fuente: BBC Mundo

martes, 2 de octubre de 2012

Unesco: Chile es el país de la región donde menos se lee voluntariamente

Lectura en Iberoamérica


Estudio dice que aunque es el segundo país donde más se lee (51%), sólo el 7% lo hace por gusto.
por C. Pérez / F. Rodríguez
Aunque las cifras son positivas hay un gran pero: a diferencia de los argentinos no leemos por gusto, sino por obligación, principalmente, por razones académicas y laborales. Así lo revela el informe que muestra cómo mientras en Argentina y Brasil un 70% y 47% de las personas lee como una forma de recrearse, en Chile esa cifra apenas llega al 7%.Diversos estudios han mostrado que los chilenos no son buenos lectores. Sin embargo, una investigación realizada por Cerlac-Unesco para medir los hábitos de lectura en seis países de Latinoamérica, muestra que tras los argentinos (70%), los chilenos son los que más libros leen en la región: un 51% dice hacerlo y un promedio de 5,4 libros al año.
No en casa
Por eso no extraña que los datos ubiquen a nuestro país como el lugar donde menos se lee en casa y más en las salas de clases y trabajos. Sólo un 56% de los chilenos dice leer en su hogar, contra el 93% de los brasileños y el 80% de los peruanos. Al contrario, un 55% de los chilenos lee en clases, contra 47% de mexicanos y el 33% de los brasileños. De hecho, el estudio de la U. de Chile y el Consejo de Cultura que usó la Unesco para este informe, dice que el 35% de los lectores chilenos lee por razones académicas, un 26% para informarse y un 12% para perfeccionarse laboralmente. En último lugar está el mero gusto: 7%.
Imposición
Fernando Zapata López, director del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlac), explica a La Tercera que nuestro país se enmarca dentro del comportamiento lector que caracteriza a la mayoría de América Latina, donde la lectura es una actividad académica y laboral. "Eso no ocurre en países desarrollados, por eso en la región la disminución de lectores es cada vez mayor, debido a que hay cada vez menor formación lectora desde el hogar".
Para Claudio Aravena, gerente de proyectos sociales de la Fundación La Fuente (que desde 2006 realiza junto a Adimark la encuesta Chile y los libros), los índices de lectura de los países van asociados a tres factores: el hábito de lectura, los niveles educativos y el crecimiento económico. "Justamente en estos dos últimos ítems, Chile presenta mejores condiciones que el resto de la región, lo que sustenta el lugar de lectoría en que aparece en este informe". El problema, dice, es que queda en evidencia que leemos por imposición y no por gusto, lo que revela la carencia de hábito lector. "Acá la lectura está asociada a la obligatoriedad y utilidad. La gente lo hace por obligaciones del colegio o el trabajo, no porque quiere".
¿Falta de tiempo?
Al consultar cuáles son los principales motivos por los cuáles no leen, un 28% de los chilenos dice que es por falta de tiempo. Una cifra baja, al compararla con el 53% de los brasileños o el 43% de los colombianos que entrega ese argumento. "En gran medida, la mayoría se queja de que no tiene tiempo para leer. Incluso muchos buenos lectores en la universidad o la academia dejan de serlo cuando salen a una vida activa, dicen que no tienen tiempo", asegura Zapata.
En cuanto a la manera de acceder a los libros, Chile aparece como uno de los países donde menos se compran libros, con un 35%. Muy lejos del 57% de España o el 56% de Argentina, aunque sobre el 32% de Colombia y el 23% de Perú.
Donde sí Chile lleva la delantera es en la lectura de libros por internet (12%), donde supera a España (7%) y a Brasil (4%), lo que podría explicarse también en la lectura escolar, universitaria y de trabajo.
Fuente: diariolatercera.com