Querido diario:
He decidido rectificar, del latín rectificare,
rectus fare, es decir, volverlo a poner derechito. Lo de ayer, fue
definitivo. Llego de Suiza y me encuentro al general Ochoa prácticamente en la
pista del aterrizaje, con la noticia de un levantamiento. Cogemos por la
autopista y le pregunto: General Ochoa: ¿Y a qué se debe este levantamiento
suyo a la una y media de la madrugada? Porque hasta ese momento yo juraba
que el levantamiento al que él hacia referencia era que Ochoa se había
levantado de la cama y no otra cosa.
Pero él me aclaró que no era desvelo suyo,
sino unos comandos alzados. Entonces, le pregunto: ¿Y por qué se alzaron?
Y me contesta: «Bueno, porque en su gobierno se están cometiendo muchos
errores». Soy de los que piensan que nadie tiene la verdad y así comencé esa
noche a darle vueltas al asunto. ¿Me habré equivocado? Ciertamente, hace una
semana, descubrí en uno de los baños laterales de Miraflores un chorro que no
cerraba y, ahora que lo pienso, se me olvidó notificarle a Mantenimiento. Pero
de allí a alzarse, me parece exagerado.
*
6-2-92
Estimado diario:
Es cierto. He cometido algunos errores y por este
camino no podré salir en hombros de Miraflores, a menos que sea en caja y
bailadito. Esta noche, me he comenzado a dar cuenta de que a algunas personas
no les resulto del todo simpático y es posible que tengan razón. Debo revisar
mi conducta. ¿Será, Dios mío, que tú y yo hemos cometido algún error? Todo
puede suceder. Llamaré al doctor Velásquez, para que me dé su opinión. De todas
maneras, ordené reparar el chorro.
*
6-2-92 (noche)
Querido diario:
En efecto, parece que he cometido algunos
errores, porque así me lo dijo el doctor Velásquez, hoy en la mañana. Se me
quedó mirando un largo rato y me soltó en la cara: Pérez, usted está
cometiendo muchos errores. Yo le contesté: Velásquez, es verdad. La
semana pasada, comí demasiada carne y el nivel de úrea me debe haber crecido un
poquito. Velásquez me aclaró que él no se estaba refiriendo a ese tipo de
errores y yo le pregunté: ¿Será que no me estoy cepillando bien los
dientes? Y él me respondió que tampoco era ése el problema. Yo pensé en el
champú, porque de verdad, ese champú últimamente me está irritando la cabeza.
Pero Velásquez sacó un papelito y me dijo que yo estaba cometiendo errores de
otro tipo y que me fijara bien. Bueno. Todo cabe. Voy a fijarme bien. Ya el
chorro está reparado.
*
7-2-92
Querido diario
Acabo de entender lo que me escribió Velásquez en
el papelito. Parece ser que el doctor Tinoco, entre otros, se la pasaba
contando dólares en el Banco Central, como a golpe de seis de la tarde, y según
se supo, porque dejó la puerta abierta, una secretaria y que lo oyó decir un
viernes: «Éste pa ti, éste pa mí, éste pa ti, éste pa mí. Éste pa ti. Éste pa
mí». ¿Qué hago? ¿Boto a Tinoco o le digo que cierre la puerta? Hay otras cosas
anotadas en el papelito y he decidido leerlo bien. Quiero rectificar. Ahora me
dice Mogna que vio a un jardinero que dejó abierta la manguera mientras se
fumaba un cigarrillo. Ordené su inmediata destitución.
*
10-2-92
Querido diario:
Tengo dos días cavilando. ¿Qué es lo que no
funciona en mi gobierno? Llamo a Celestino y le pregunto para ver si salgo de
este desconcierto. Celestino me contesta que la cosa puede estar en la conducta
antipática del portero del Ministerio del Ambiente a quien sorprendieron el 3
de enero formándole un berrinche a un cieguito. Eso es darle una pésima imagen
al gobierno. Acabo de botarlo.
Ya rectifiqué.
Ya rectifiqué.
*
14-2-92
Querido diario:
Tengo tres días de rectificación en
rectificación. De ahora en adelante no voy a usar más corbatas de florecitas,
que era algo que se me venían criticando. Es verdad. No se me ven bien. ¡Qué
alivio siento!
De paso, le dije al ministro de Comunicaciones,
que me mandara una cuadrilla para arreglar los flotantes de seis inodoros en La
Casona. ¡Y sigo rectificando!
*
15-2-92
Querido diario:
Continúo empeñado en rectificar. Ayer me trajeron
unas camisas de la lavandería y le dije a la empleada: Rectifíqueme los
cuellos porque quedaron paraditos y a mí no me gustan los cuellos paraditos.
Vida nueva. Cuestión de hablar claro.
Nota: Recordarle a Ana Luisa que de ahora en
adelante use clips sólo en el caso de documentos de más de tres páginas. Si son
dos, que las doble en la esquinita y les haga un rotico que así no se despegan
y el país ahorra.
*
17-2-92 (noche)
Querido diario:
Hoy comí unos filetes de mero a la plancha. Tomás
Alfredo, el cocinero de Miraflores, me preguntó: «¿Y eso, Presidente, usted
comiendo filetes de mero a la plancha con vainitas?» Entonces, me atreví a
decirle: Tomás Alfredo, es que estoy rectificando mi régimen. Y él
respondió: «¡Carajo! ¡Qué bueno! Ojalá la cosa no se quede en la alimentación!»
¿Qué habrá querido decirme?
*
13-3-92
Adorado diario:
¡Qué maravilla es rectificar! Todos estos días me
levanto feliz y la primera pregunta que me viene a la cabeza es: ¿Qué iré a
rectificar hoy? La sensación es tan grata que ayer mandé a comprar un
cuadernito para anotar las rectificaciones del día. Por ejemplo, hoy mandé a
rectificar las válvulas de mi Mercedes y en la noche estaba ese carro serenito.
Al mediodía llamé a Celli que tiene cara de colesterol alto y le dije: Celli
mijo, rectifica. Y él me contestó: «No, si estoy en eso Presidente. Ya no
leo más la Gaceta Hípica». ¿Y qué estás leyendo, Celli? ¿La
montaña mágica? Entonces él me respondió: «No, Presidente. Estoy
leyendo La Fusta».
Yo digo que por algo se comienza.
*
17-3-92
Estimado diario:
Sigo, campante, en este afán de rectificar. Cité
ayer, en Miraflores, a Lepage. Le ofrecí un jugo de melón y el Ministerio del
Menor y le dije: Octavio: ¿Tú te acuerdas aquel día en el CEN, que tú me
llamaste corrupto, cuando Lusinchi te daba casquillo y aparecían unos avisos en
los periódicos diciendo que yo era bandolero? Yo, desde ese momento, te cogí
manía y para vengarme te mandé a tu casa un traje de marinerito y unos
zapaticos Popy. Yo sé que te cogiste una bronca. Era yo, hermano el que te jugó
esa mala pasada. Y ahora rectifico.
Fue entonces, cuando le regalé, como desagravio,
mi trajecito de primera comunión que me lo tenía guardado mi tía Nemesia, en
Rubio. Pero él no se fue muy contento.
Debe ser porque el trajecito es de pantalón
corto.
Pero viéndolo bien, a él le debe servir porque yo
a los siete años era canilludo.
Es que también la gente es muy resentida.
*
19-3-92
Querido diario:
No entiendo cómo he podido pasarme la vida sin
rectificar. ¡De lo que me he perdido! Por ejemplo, vengo ahora de comerme
unos fetuccini en el restaurant de Amadeo y cuando me pasaron
la cuenta ya iba a sacar la tarjeta sin revisar la consumición. Grave error,
porque me estaban cobrando las sambucas. Entonces le dije al mesonero que
rectificara la suma. Eran seiscientos bolívares menos. Ciertamente el doctor
Velásquez me dio un gran consejo.
*
5-4-92
Querido diario:
Estoy presidiendo un gobierno de amplia
rectificación nacional. Y ya se ven los signos. Estamos ahorrando en botellones
de agua y en clips, que verdaderamente daba vergüenza lo que se gastaba aquí en
clips. Hay graves elementos de corrupción a los cuales se les ha puesto debido
coto. Por ejemplo, estoy orgulloso de la conducta del Viceministro de Justicia,
quien sancionó ejemplarmente a una secretaria sorprendida regando una palo de
Brasil con el agua del botellón del sexto piso. Este es el tipo de energía que
hace falta. ¡Los corruptos a la calle!
*
12-4-92
Querido diario:
Ya están reparados todos los chorros de
Miraflores. Y acabo de ordenar que las lámparas se prendan a las seis y media y
no a las seis como se venía haciendo, por irresponsabilidad y derroche.
Todo ha sido resuelto. Esta noche reuní al
gabinete y me atreví a preguntar: ¿Queda algo por rectificar, señores?
Nadie dijo nada.
La crisis ha terminado.