viernes, 14 de septiembre de 2012


Tarzán de los Monos cumple 100 años

Estrella Cardona Gamio

Debo confesar mi gran amor por esta serie de novelas escrita por Edgar Rice Burroughs. Empecé a leerlas a los ocho años (regalo de mi tío Miguel, proveedor infalible de la primera biblioteca que tuve), y me impactaron enormemente, de ahí que a aquella edad decidiera irme a África cuando fuese mayor, quería vivir entre elefantes y antropoides, y de paso, encontrar a Tarzán y acompañarle en sus aventuras, a los ocho años se tienen ideas muy curiosas. Todo, sin embargo quedó en ese deseo y en mi primera novela, En la selva virgen, por un lado bodrio y por el otro plagio descarado que sólo puede disculparse teniendo en cuenta mi admiración por el hombre mono. Luego crecí, como Wendy, y mi padre me regaló, esta vez le tocó a él, la saga marciana de Edgar Rice Burroughs, el primero, Una princesa de Marte, tenía alrededor de los 10 años y el impacto fue fulminante, quise ser astronauta y llegar la primera al planeta rojo. En fin, ¿para qué seguir?

Lo verdaderamente importante es que mi buen recuerdo del novelista y de su obra se ha incrementado con el tiempo, y por ello hoy quiero rendirle mi pequeño homenaje como lectora entusiasta, recordándole en el centenario de Tarzán a través de este apunte biográfico que creo que se tiene bien merecido por las horas de fantasía con que llenó mi infancia.

Edgar Rice Burroughs
Edgar Rice Burroughs, el “padre” de Tarzán,nació en Chicago en 1875, el 1 de septiembre.


El progenitor del novelista, George Tyler Burroughs, era un veterano de la Guerra de Secesión americana, y ello debió marcar al niño Edgar cuando, ya adulto, escribió la saga de ciencia-ficción que comenzaba con la novela La princesa de Marte, cuyo arranque empieza precisamente hablándonos de John Carter, un sudista derrotado que se refugia en una cueva para esconderse de los indios hostiles, y en donde sufre un desdoblamiento astral y marcha en espíritu a Marte, en el cual vivirá toda una serie de fantásticas aventuras. Serie de novelas maravillosas que no estaría de más que se volvieran a reeditar en España.

Edgar Rice Burroughs tuvo una adolescencia y juventud de los más borrascosas, en las que la bebida y la rebeldía regían su vida: pasa por diversas escuelas militares de las que es expulsado, se alista en el mítico 7º de Caballería, al que renuncia pronto, y llega a desempeñar numerosos y transitorios empleos, entre los que destacaremos los de vendedor ambulante, vaquero, buscador de oro, agente publicitario, policía y, finalmente, el más tranquilo, en un ferrocarril.

En 1911 empieza a escribir, porque, asiduo lector de novelas de aventuras de las llamadas pulp, que tan de moda están en la Norteamérica de principios del siglo XX —verdadera época dorada de las obras de ciencia-ficción y aventuras—, piensa que “él puede hacerlo tan bien como esos autores que admira”, máxime cuando en su infancia ya se estrenó escribiendo poemas e incluso, posteriormente, hizo sus pinitos en el periodismo al colaborar en publicaciones escolares, y se lanza a la nueva empresa, otra más, con la anteriormente citada Princesa de Marte, que se publicó con el título de Bajo las lunas de Marte.

A todo esto, era ya un hombre casado —Emma Hulbert se llamaba su primera esposa, con la que contrajo matrimonio en 1900—, y su familia no gozaba de una posición muy estable debido a aquel ir y venir de trabajo en trabajo, que no conducía a ninguna parte; si hemos de ser sinceros, la familia Burroughs vivía sumida en la pobreza hasta que la literatura entró en sus vidas y todo cambió.

En mayo de 1912, Edgar da por terminada una novela que le convertirá en internacionalmente famoso: Tarzán de los Monos, a la que seguirá toda una serie de libros con el mismo héroe de protagonista.

Tarzán se publica por entregas, igual que Bajo las lunas de Marte, y el éxito es arrollador; no obstante, su primer libro, como tal, sólo sale al mercado en 1914, vendiéndose un millón de ejemplares.

(Como anécdota curiosa citaremos que sus novelas de aventuras ejercieron una gran influencia en Ernest Hemingway y en Ray Bradbury, e incluso el mismísimo Carl Sagan admite haber sido un fiel lector de esa clase de literatura tan poco “científica”, a juzgar por los medios, más esotéricos que otra cosa, que emplea John Carter para trasladarse a Marte).

En 1917, La Princesa de Marte se convierte en un libro, olvidándose el título anterior, y la buena racha continúa sustentada en una interminable procesión de títulos, tanto de la serie Tarzán como de la de los libros de Marte, princesas, guerreros, doncellas, ajedrez marciano, con las que se hermanará otra dedicada al planeta Venus, igualmente interesante. Pero hubo más y más novelas, una bibliografía tan extensa que por razones de espacio no podemos incluir aquí, pero que vale la pena no echar en el olvido.

Edgar Rice Burroughs fue un gran novelista, dotado de una enorme imaginación que, como él mismo decía, escribía para entretener y procurar un escape a los problemas de la vida cotidiana, objetivo que logró por completo.

Muchas de las novelas de Edgar Rice Burroughs han sido llevadas a la pantalla —principalmente la serie de Tarzán—, mas no con demasiado acierto, ya que las historias del Hombre Mono no han sido jamás adaptadas al cine fielmente sino caricaturizando al personaje, y es una verdadera lástima porque esas novelas —todas las novelas de Burroughs— son muy interesantes y por completo recomendables para el público en general.

En cuanto a la vida privada del escritor, diremos que se divorció en 1934 de su esposa, con quien tuvo varios hijos, para casarse al año siguiente, siendo la elegida Florence Dearholt, pero este segundo y último matrimonio se disolvió en 1942.

Una de sus hijas contrajo matrimonio con el primer Tarzán cinematográfico, tiempos heroicos del cine mudo, mientras que su hijo John Coleman fue uno de los ilustradores de sus novelas.
No debemos olvidar tampoco que a los 66 años estuvo de corresponsal en la Guerra del Pacífico.
Edgar Rice Burroughs fallece en su finca “Tarzana”, situada en el Valle de San Fernando, de un ataque cardiaco en 1950 a los 74 años de edad, mas su obra y su recuerdo siempre permanecerán en nuestros corazones.

Fuente: www.letralia.com

El conflicto colombiano en la literatura

Marbel Sandoval - Madrid


“Llegó el tiempo de cerrarle el portón a los violentos”, dijo el martes Timochenko, el máximo líder de la guerrilla más antigua del continente americano, la colombiana, al dar por iniciado un nuevo proceso de diálogo con el gobierno en busca de la paz. De cerrar un portón y de abrir una puerta: la de la narrativa que ha contado y tendrá que seguir contando lo sucedido en más de sesenta años de barbarie, los de la última violencia, como una manera de exorcizar la muerte a manos de los otros, recuperar la memoria y, ante todo, mantenerla para no volver a repetirse.


De las viejas guerras, como la de los Mil días, a finales del XIX y principios del XX, que nutren obras como Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, o El coronel no tiene quién le escriba, a una vorágine en la que se han gestado textos como Las muertes de Tirofijo, el mítico fundador de las FARC, aunque en realidad es una colección de cuentos, La bola del monte, o El diario de un guerrillero, todos de Álape, y todos situados en los inicios de esa guerrilla; oAbraham entre bandidos, una novela de factura más reciente, 2010, del escritor Tomás González, que recrea el tránsito que hacían el bandolerismo y las guerrillas liberales hacia lo que finalmente se conoció como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), guerrilla de origen eminentemente rural y cimentada en sus inicios en el derecho de los campesinos a la tierra.


El nuevo proceso de paz iniciado por el presidente Juan Manuel Santos con la FARC, si finaliza con éxito, empezaría a cerrar una herida cuyo más reciente inicio los colombianos ubican en el 9 de abril de 1948, cuando Juan Roa Sierra, un oscuro personaje de 26 años, disparó y asesinó en el centro de Bogotá a Jorge Eliécer Gaitán, un líder liberal que se proyectaba a la presidencia del país. Este es el punto de partida no sólo de los últimos 63 años en Colombia, sino también de El bogotazo: memorias del olvido, del escritor Arturo Álape, ya fallecido, en el que reconstruye los antecedentes, el crimen y los disturbios que le siguieron y que originaron la llamada violencia colombiana, una guerra partidista que derivó en el bandolerismo y el establecimiento de la guerrilla de las FARC, ahora en proceso de paz, y luego de las posteriores (ELN, EPL, M-19) de los años sesenta y setenta. El conflicto en sí mismo, la irrupción de actores como el paramilitarismo y el narcotráfico, con la corrupción que ha generado al interior de todas las instituciones, incluida la misma guerrilla, así como la violación constante de derechos humanos fundamentales, han proporcionado material abundante no sólo para la literatura sino para el periodismo y la investigación.
NO FICCIÓNLa paulatina degradación del conflicto da lugar a novelas como Los Ejércitosde Evelio José Rosero, premio Tusquets 2006, acerca de las muchas guerras en las que vive inmersa la población en regiones que no son el centro del país; Muchacha al desaparecer, 2010, una incursión en la prosa de la poeta Marta Renza, la historia de una militante desaparecida en los ochenta, cuando las FARC participaron en un fracasado proceso de paz, o En el brazo del río , 2006, en la que dos niñas alternan sus voces para estremecer con lo que significa morir en una masacre y las versiones que se dan sobre la misma. También hacia finales del primer decenio de este siglo está escrito El olvido que seremos, quizá la mejor obra de Héctor Abad Faciolince, en la que con una sensibilidad extremecedora recupera a su padre, un defensor de los derechos humanos, asesinado por su compromiso.
En el campo de la no ficción, aunque es una narrativa matizada que puede llegar a la literatura, están escritores como Alfredo Molano que de manera infatigable ha rescatado historias como Los bombardeos del Pato, Los años del Tropel o Trochas y fusiles, y Patricia Nieto conCrónicas de la guerra en Colombia o Los olvidadosLaura Restrepo, desde la orilla del periodismo, escribió en los ochenta La historia de una traición, un primer truncado proceso de paz con el M-19, ya reintegrado en la vida civil, que fue reeditado posteriormente como Historia de un entusiasmo. En el género testimonial No hay silencio que no termine de Ingrid Betancur, publicado hace dos años, es la narración de su largo cautiverio con las Farc, texto precedido por los publicados por otros secuestrados.
Y aunque no están mencionados todos los que son, puede asegurarse con certeza que no existe escritor colombiano contemporáneo cuya obra no esté marcada de alguna manera por el sino que le ha tocado vivir.
* Marbel Sandoval es periodista y autora de En el abrazo del río.

Fuente: elpaís.com


martes, 11 de septiembre de 2012


Francisco Massiani gana el Premio Nacional de Literatura de Venezuela


La entrega se realizará en la capital venezolana el próximo 23 de agosto.
 Con Massiani, fueron reconocidos con el Premio Nacional de Cultura en sus diez categorías otros nueve cultores, entre los que destacan el músico Simón Díaz, la investigadora Carmen Bohórquez y el dramaturgo Néstor Caballero
El escritor venezolano Francisco Massiani (Caracas, 1944) obtuvo este martes 31 de julio el Premio Nacional de Literatura, como un reconocimiento a su trayectoria y a la influencia que su obra ha ejercido durante más de cuatro décadas sobre varias generaciones de escritores y lectores.

El anuncio se realizó en una conferencia de prensa celebrada en la Casa del Artista, en Caracas, como parte de la lectura del veredicto del Premio Nacional de Cultura, que cada dos años entrega el Ministerio de Cultura de Venezuela en diez categorías. El acto contó con la presencia del titular de la cartera, Pedro Calzadilla.

Hijo del también escritor Felipe Massiani, “Pancho” Massiani vivió parte de su niñez en Santiago de Chile y residió cierto tiempo en París. Su novela Piedra de mar (1968) es una de las más vendidas —y reeditadas— en Venezuela. Su protagonista, Corcho, un adolescente caraqueño de clase media, se inicia en el amor y en la literatura, y en el retrato de su experiencia laten como fondo los paisajes emblemáticos de la capital venezolana.
Para cuando apareció su primera novela, Massiani sólo había publicado antes un par de cuentos, que después se unirían a otros en el volumen Las primeras hojas de la noche (1970). En 1975 publicaría su segundo libro de cuentos, El llanero solitario tiene la cabeza pelada como un cepillo de dientes, y en 1976 su segunda novela, Los tres mandamientos de Misterdoc Fonegal, que sin el éxito de la primera se convertiría, sin embargo, en una obra de culto.

La adolescencia, el amor y el fracaso serán los grandes temas de Massiani a lo largo de su producción narrativa, convirtiendo en clásicos algunos de sus relatos como “Un regalo para Julia” o el que le da título a su segundo libro de cuentos, aunque también abordará entornos fantásticos y oníricos en algunos relatos singulares como “La vez que lunes fue domingo” o “El boquete en el muro”.

El autor ha publicado también los libros de cuentos Con agua en la piel (1998) y Florencio y los pajaritos de Angelina, su mujer (2006), y los poemarios Antología (2006), Señor de la ternura (2007) y Corsarios (2011), además de una recopilación narrativa publicada en 1990 y que reúne, bajo el título Relatos, los cuentos de sus dos primeros libros.

Massiani obtuvo en 1998 el Premio Municipal de Narrativa y, en 2005, el primer premio del V Concurso Anual de la Fundación para la Cultura Urbana con Florencio y los pajaritos de Angelina, su mujer. En 2011, el escritor Carlos Noguera, presidente de la editorial venezolana Monte Ávila —donde han aparecido todos sus libros—, anunció el lanzamiento de la Biblioteca Francisco Massiani.

También fueron reconocidos el compositor Simón Díaz, en Música; el luminista José Alirio Rojas, en Cine; José “Chelías” Villarroel, en Cultura Popular; Carmen Bohórquez, en Humanidades; Domingo “El Flaco” Álvarez, en Arquitectura; José Antonio Dávila, en Artes Plásticas; el dramaturgo Néstor Caballero, en Teatro; el coreógrafo Carlos Paolillo, en Danzas, y el fotógrafo Audio Cepeda, en Fotografía.

El próximo jueves 23 de agosto, los ganadores de la edición 2010-2012 del Premio Nacional de Cultura recibirán la suma de 30.000 bolívares, más medalla, diploma y una asignación vitalicia, que este año ascendió de 1.130 a 2.250 bolívares, por decisión del despacho cultural.

El Premio Nacional de Cultura se entrega desde 1940 y es el mayor reconocimiento que otorga el Estado venezolano a cultores dedicados a conservar y promover la tradición popular nacional. Además de un subsidio vitalicio al ganador, desde 2007 garantiza protección social, servicio médico gratuito y divulgación de las obras ganadoras.


Fuentes: AVN • Wikipedia - Letralia


La Alfabetización al nivel de base: Entrevista con Jessica Hjarrand


Promover la alfabetización en los países con mayores tasas de analfabetismo es una de las vocaciones de la UNESCO. La especialista de la UNESCO Jessica Hjarrand trabaja en la implementación de programas que ayudan a niños y adultos a disfrutar del derecho humano fundamental a la enseñanza. 

En esta entrevista expone los desafíos que ello supone . Estadounidense de 36 años, trabajó para la UNESCO en Afganistán e Iraq. Instalada actualmente en Sudán del Sur, el país con menor tasa de alfabetización de todo el mundo, explica el porqué los preocupantes datos de alfabetización que imperan en las zonas post-conflicto.

¿Qué fue lo que más le impresionó en materia de alfabetización en Afganistán, Irak y Sudán del Sur, respectivamente? 


Los tres países me causaron hondas impresiones. En Afganistán, recuerdo que me senté en el suelo de una mezquita, mientras los alumnos realizaban sus exámenes. Algunos de esos estudiantes tenían hasta 80 años de edad y recibían instrucción de un maestro que todavía no había terminado la enseñanza secundaria. Este joven maestro alfabetizaba por la mañana y por la tarde asistía a la escuela. ¡Y los alumnos lo encomiaban como uno de los mejores docentes que habían tenido!

En Irak, era impresionante el orgullo que la gente sentía porque antiguamente el país había tenido el mejor sistema educativo de Oriente Medio, comprendida la instrucción que se impartía a las mujeres. En el decenio de 1980, la UNESCO declaró a Irak país libre de analfabetismo. En la actualidad, tras el exilio de tantos intelectuales y la permanente inseguridad que prevalece, Irak padece uno de los índices de analfabetismo más altos de la región. Pero en el país persiste un arraigado recuerdo de “los días gloriosos” y las personas que conocí estaban decididas a restaurarlos. En palabras de un estudiante de secundaria del Kurdistán: “Nuestra la cultura fue la que enseñó al resto del mundo a leer y escribir”.
En Sudán del Sur, la pasión que demuestran los funcionarios ministeriales encargados de la alfabetización es fuente de sólida inspiración. Hay muchísima capacidad y motivación, el problema radica en la financiación y otros factores que escapan a su control.  
Durante la primera semana que estuve allí visité un centro  de formación profesional para mujeres que habían servido en las fuerzas contendientes y que estaba bajo la administración de la Organización Internacional para las Migraciones. Este centro forma parte del primer Programa de Desarme, Desmovilización y Reintegración (DDR). Un grupo de mujeres aprendía a cocinar, con miras a abrir quiscos de restauración. Nos prepararon una comida deliciosa, comimos y luego nos pusimos en fila y cantamos y bailamos, algunas de ellas con los bebés atados a la espalda. Cuando le pedí a mi colega que me tradujera las letras de la canción, me dijo: “Dicen antes solían combatir con fusiles, pero que ahora lo hacen con lápiz y papel”.
¿Qué ha logrado la UNESCO en materia de alfabetización?
La alfabetización cambia la vida de la gente. Es difícil mostrar una correlación directa –las estadísticas sobre lo que la alfabetización ha logrado- pero sabemos que la contribución es importante. Podría decir que capacitamos a 40 formadores en materia de lucha contra el VIH y el SIDA mediante la alfabetización, cada uno de los cuales, a su vez, proporciona formación a entre 10 y 20 instructores, que luego imparten enseñanzas a cientos de alumnos. O que a lo largo y ancho de Afganistán pusimos en marcha programas de alfabetización con el propósito de llegar a más de 100.000 hombres y mujeres. O que el componente de alfabetización del Programa DDR llegará a 150.000 ex combatientes. Esta es una manera de exponer nuestros logros.
Por mi parte, como me gusta hallar y compartir “el relato que se oculta detrás de las estadísticas”, creo que la mejor manera de explicar lo que hemos logrado consiste en contar las historias específicas.
¿Cuál es el logro que le ha producido mayor orgullo?
Con el personal de la UNESCO en Irak, elaboramos una carpeta didáctica sobre la enseñanza relativa al VIH y el SIDA en los programas de alfabetización. Al principio me sentía escéptica. ¿Hablar de sexo y educación sexual en Irak? Pero en el último taller que realizamos con funcionarios gubernamentales, alfabetizadores y personal de las ONG, los participantes reiteraron con creces su gratitud por la experiencia, aunque nos aseguraron que al principio ellos también estaban escépticos al respecto. Algunos de los asistentes recorrieron todo el país para asistir al taller –venían del Kurdistán, el Sur o Bagdad- y tuvieron que atravesar zonas donde la seguridad era muy precaria. El éxito del proyecto radicó en la sensación de camaradería, la vulnerabilidad compartida que se originaba al abordar un tema tan controvertido y aprender a aceptar los desacuerdos. Dijeron sentirse como miembros de la misma familia, pidieron más fondos para seguir trabajando e incluso crearon una página de Facebook para mantenerse en contacto.
Irak estaba y está al borde de nuevos conflictos civiles. Había mucha desconfianza entre el gobierno y la sociedad civil. Pero fuimos capaces de facilitar este tipo de experiencias y, a fin de cuentas, hacerla realidad.
El otro logro del que me enorgullezco es haber publicado los libros de narraciones que elaboramos para el Día Internacional de la Alfabetización, que contienen relatos sencillos, escritos por personas recién alfabetizadas mediante diversos programas tanto gubernamentales como gestionados por la sociedad civil: un libro para Irak y otro para Afganistán. Ahora estamos preparando otro para Sudán del Sur. Estos libros permiten que los estudiantes cuenten sus historias y que sus voces sean escuchadas. Una cosa es que nosotros los defendamos y otra, muy distinta, es que ellos lo hagan por sí mismos. Eso se llama empoderamiento.


¿En su opinión, qué estrategia funciona mejor en las entrevistas personales?

Buscar los puntos en común y tratar de establecer relaciones en torno a ellos, y también buscar las historias personales. En esos relatos, aparecen personas sólidas, que tienen esperanza en el futuro. En cierto sentido quizá sean víctimas, pero no son débiles. A las mujeres de Afganistán, Irak y Sudán del Sur se les ha atribuido la condición de víctimas y, en múltiples aspectos, lo son. Pero no debe definírseles como víctimas. Existe una diferencia considerable entre la empatía y la piedad. La alfabetización proporciona a los hombres y las mujeres un instrumento importante para intercambiar opiniones, ideas y deseos con una audiencia más numerosa. Mediante esos testimonios, los alumnos ponen de relieve su fuerza y sus aspiraciones futuras, que es lo que queremos apoyar con nuestra labor previa.


También ha quedado demostrado que el enfoque participativo funciona mejor. Nuestros asociados valoran el hecho de que nosotros creamos espacios para congregar a la gente, emprendemos esfuerzos transversales que propician la formación de nuevas alianzas y les permitimos participar en todas las fases del proceso. Cuando lo hacemos así, logramos mejores resultados. Quizá el nombre de la UNESCO no figure estampado en mochilas y camisetas, pero dejamos una huella invisible en todos los aspectos de la enseñanza en los países donde trabajamos.



“En Afganistán expedimos manuales de alfabetización a lomo de burro”.

¿Cómo procede la UNESCO en situaciones posteriores a conflictos?

¿Cómo trabaja la gente para la UNESCO en esos contextos?

Depende del país. En Afganistán, en 2009, la UNESCO realizó un estudio piloto con miras a la aplicación directa del Programa de Fomento de la Alfabetización en Afganistán (ELA), conjuntamente con el gobierno y varias ONG en algunos componentes, tales como la formación profesional. En Irak, la UNESCO apoya a dos Ministerios de Educación en la planificación, la reforma de los planes de estudio y la elaboración de material didáctico, así como en la movilización y el aumento de capacidades de las organizaciones de la sociedad civil que ejecutan buena parte de los programas de alfabetización.  
En Sudán del Sur, la UNESCO trabaja directamente con el gobierno y la sociedad civil, incluso en la creación de mecanismos que garanticen una coordinación óptima, y también colabora directamente con la Comisión DDR para aplicar un programa integrado de alfabetización para ex combatientes, que constituyen el mayor grupo de analfabetos. Este es un programa emblemático para la UNESCO.
Los programas de la UNESCO suelen comportar una gestión a distancia, lo que plantea dificultades especiales. Las operaciones que se administran a distancia requieren un alto grado de compenetración y confianza. Los asociados se convierten en “nuestros ojos y oídos”, ya que no podemos estar en todas partes, debido a las condiciones de seguridad o al mal tiempo. Los buenos resultados dependen de la capacidad de los asociados para impartir un programa de alfabetización de calidad y de nuestra capacidad para darle seguimiento y evaluarlo. En un contexto de este tipo, tu creatividad se pone a prueba cada día, porque la infraestructura habitual no existe. Por ejemplo, en Afganistán expedimos manuales de alfabetización a lomo de burro hacia las provincias más remotas. En las sesiones de capacitación les enseñamos a los alfabetizadores cómo aprovechar los materiales disponibles, porque a menudo carecen de los suministros más básicos. Es preciso aprender (y enseñar a los demás) la manera de superar esos problemas mediante la creatividad y la innovación. En muchos aspectos, este es un problema de la enseñanza en todo el mundo. Cuando yo iba a la escuela primaria, fabricábamos libros que eran escritos e ilustrados a mano por los propios alumnos, y los encuadernábamos con trocitos de madera. Los estudiantes adorábamos esos libros y es una técnica que he tratado de transmitir a otros educadores.


De modo que la respuesta a la pregunta de cómo trabajamos en situaciones posteriores a conflictos es: con creatividad, innovación, paciencia, persistencia….¡y mucha cooperación!



El trabajo en situaciones posteriores a conflictos puede resultar difícil. ¿Es que el hecho de ser mujer constituye un reto adicional?



Algunas de nosotras comentamos en broma que ser mujer en situaciones posteriores a conflictos es como pertenecer a un “tercer género”: tienes aspecto de mujer, pero actúas como un hombre. “Actuar como un hombre” significa que puedes moverte con libertad y mantener cierto control sobre tu propia vida. Como soy relativamente joven, me parece que tengo que trabajar muchísimo para probar que también tengo algo que aportar. En general, dispongo de una libertad ilimitada, lo que no es el caso de la inmensa mayoría de las personas con las que he trabajado.



Trato de verlo desde la perspectiva de los demás. ¿Cómo me sentiría si una joven iraquí viniera a decirme cómo debo arreglar el sistema educativo de mi país? ¿La escucharía sin sentir escepticismo? Por lo general no me ha atemorizado tener que trabajar en los sitios donde lo he hecho, pero he visto que otras personas han sentido la curiosidad de saber por qué me había decidido por esa opción.



¿Puede citar ejemplos específicos de construcción de la paz mediante la alfabetización en situaciones posteriores a conflictos?

El grupo encargado del VIH y el SIDA en Irak es un nítido ejemplo de ello.
En Sudán del Sur estamos trabajando para crear vínculos entre la alfabetización y otros sectores, tales como la salud, la agricultura y el empleo. Tratamos de explicar que en un país donde la tasa de analfabetismo es del 27%, el cambio no se producirá mientras se considere que el analfabetismo es un problema exclusivo del Ministerio de Educación. Es preciso que todo el mundo lo considere su problema.


Estamos cabildeando con el Ministerio de Educación e Instrucción General a fin de establecer un comité interministerial que prepare una política de alfabetización para Sudán del Sur, en la que se reconozca que todos los sectores y sus ministerios respectivos deben unirse para abordar el desafío de la alfabetización. El Director General del Sistema de Educación Alternativa ya advirtió que “un medicamento en manos de un analfabeto puede transformarse en veneno si la persona es incapaz de leer las instrucciones”. Este funcionario tiene razón y nuestra tarea consiste en ayudarlo a difundir este mensaje.  

Los dirigentes de un país sientan pautas de muchas maneras y cuando afirman que el analfabetismo es un problema en el que debemos centrarnos, el país entero les presta atención. Sudán del Sur es la nación más joven del mundo y durante varios decenios ha padecido un conflicto brutal, con luchas entre grupos étnicos que todavía prosiguen en algunas comarcas. Uno de los funcionarios con los que trabajamos dijo que en cada una de las lenguas habladas en Sudán del Sur la palabra “paz” se traduce como “no guerra”. De manera que todos estuvimos de acuerdo en que uno de los lemas de la Conferencia Nacional de Alfabetización de este año será: “En Sudán del Sur ya no tenemos guerras. ¿Pero tenemos paz?” Los ciudadanos de este país están empezando a concebir la paz como la ausencia de las condiciones susceptibles de generar un conflicto y esta idea tiene un vínculo directo con el desarrollo del país. La construcción de la paz, si ésta ha de ser duradera, requiere mucho tiempo.
En Sudán del Sur la UNESCO también participa en la ejecución del Programa DDR para los ex combatientes. Estamos elaborando un programa de amplio espectro que abarcará la alfabetización, las competencias para la vida activa y la formación profesional, destinado a los antiguos soldados, con la esperanza de que, tras haber luchado por la independencia, emprendan un nuevo combate: el de construir la nación por la que tanto han padecido. Esperamos que este programa contribuya a forjar una paz duradera.
El 8 de septiembre se conmemora el Día Internacional de la Alfabetización. ¿Qué mensaje desearía que la gente recibiera en esta efeméride?
La alfabetización es la médula del derecho humano a la educación.
Cuando se suscita la motivación necesaria para aprender a leer y escribir, se crean personas que invierten en sí mismas. Cuando se invierte en uno mismo se está enviando el mensaje de que uno merece también la inversión de otras personas. La acción dinámica en favor de uno mismo, para cambiar una situación que uno no quiere mantener en su vida, es el fundamento de la democracia. De todos los bienes que una nación puede dar a su pueblo, algo que nunca podrán arrebatarle es la alfabetización y la educación. Como afirmó una mujer acerca de las analfabetas que trabajaban en su pequeña empresa: “Cuando las mujeres de Sudán del Sur aprenden algo, lo colocan en su mente. Y una vez que está ahí, lo llevan consigo a todas partes”.

Fuente: www.unesco.org